Ser viejo es nuevo para nosotros.
Si todavía no hemos reconocido que somos viejos, quizá nos hemos dejado engañar por una mediana edad dilatada, una experiencia nueva en la
historia de la humanidad. Sin embargo, es un tanto engañoso por nuestra parte hacer como que no estamos envejeciendo, como si todo lo que ahora ocurre pudiese continuar así siempre. Quizá haya un poco de negación, quizá una sensación de que al ser «yo» especial puedo permitirme el excluirme del río del tiempo.
El dejar partir los sueños no cumplidos de nuestra niñez, nuestra juventud y de la mediana edad implica grandes dosis de autorreflexión completamente honesta, y en ocasiones también un difícil trabajo de crecimiento emocional. Es un rito iniciático profundo para todos nosotros comparar nuestras esperanzas y
sueños pasados por el Photoshop con la fotografía instantánea de nuestra realidad. Llegar a un punto de aceptación, de alivio y paz con lo que es y lo que somos en nuestras décadas de ancianidad es un trabajo difícil. Sin embargo, es necesario si deseamos descansar, vivir y morir con la mente en paz, libres de las limitaciones que hemos soportado durante tanto tiempo. Hay preguntas importantes que hacernos a nosotros mismos si deseamos no malgastar nuestros últimos años.
Este cuestionario ofrece una buena oportunidad para hacer alguna reflexión profunda sobre cómo deseas pasar los últimos años de tu vida.
1. ¿Cuál es tu edad?
2. ¿Cómo te sientes al envejecer?
- ¿Cómo ha cambiado tu aspecto?
¿Cómo te sientes por ello? - ¿Cómo ha cambiado tu posición en el mundo?
¿Cómo te sientes por ello? - ¿Cómo ha cambiado la manera en que se te recibe en el mundo?
¿Cómo te sientes por ello? - ¿Cómo han cambiado tus percepciones acerca de ti mismo?
¿Cómo te sientes por ello?
3 ¿Han cambiado tus valores cuando has envejecido? ¿Qué valores has descartado? ¿Cuáles has escogido y retenido conscientemente? ¿Cuáles son tus valores emergentes?
4 ¿Cuáles son tus miedos acerca de tu propia experiencia de envejecer — hasta el día de hoy y en el futuro–?
5 ¿Qué perspectivas acerca de envejecer y los ancianos — tanto positivas como negativas — has absorbido de tu entorno cultural y familiar, y cómo sientes que éstas pueden estar influenciando inconscientemente tus pensamientos, sentimientos, creencias y actitudes actuales? ¿De qué maneras has intentado deliberadamente contrarrestar cualquiera de estas actitudes de fondo que sientes que son negativas o poco útiles?
6. Cuando evalúas tu vida interior — tu estado general de bienestar o incomodidad — ¿qué es lo que todavía necesita sanación? ¿Hay patrones de conducta de pensamientos y sentimientos que quizá residen ahí desde hace décadas, que todavía causan estrés? ¿Ves posible trabajar con estos obstáculos? ¿Qué estás haciendo para liberar cualquier patrón de conducta pendiente, persistente, para así pasar el resto de tu vida en una mente que sea más pacífica y con mayor bienestar?
7. ¿En qué aspectos de la vida has puesto más atención y energía hasta la fecha? ¿Qué es lo que ha sido enriquecedor, gratificante, alentador? ¿Qué es lo que ha sido estresante para ti?
8. ¿Cómo te planteas dirigir tu atención y energía en los años que te quedan?
9. ¿Qué pérdidas has afrontado? ¿Qué perdidas afrontas todavía? ¿Cómo manejas la pérdida? ¿Qué te ayudaría a cultivar la capacidad para manejar mejor la pérdida inevitable, para mantener una relación de mayor bienestar con la impermanencia?
10 ¿Cuáles son tus pensamientos sobre tu muerte? ¿Qué fortalezas internas estás desarrollando o deseas trabajar para desarrollar y así enfrentar la enfermedad, el envejecimiento y la muerte con mayor paz y ecuanimidad?
11 ¿Cuáles son tus pensamientos sobre la madurez espiritual? ¿Cuál es tu compromiso con tu propia madurez espiritual? ¿Qué pasos has dado? ¿Qué pasos te planteas dar? ¿Qué te impide darlos ahora?
Texto del libro Los dones de la vejez de Kathleen Dowling Singh.
